La idealización en la crianza

Según el diccionario de la Real Academia Española, la expresión “caerse alguien del guindo” se refiere a la locución verbal coloquial “caerse del nido”, y es la expresión que Karmen Bozini y Charo Botín, terapeutas humanistas del Centro Terapéutico Gaztambide han elegido para iniciar el intercambio ideas y experiencias sobre la idealización en las distintas etapas de la crianza.

“No pensé que tardaría tanto en quedarme embarazada”. “No sabía que me iba a sentir tan mal durante el embarazo…”. “Esperaba que el parto fuera de otra manera…”. “Pensé que la lactancia natural sería más fácil…”. “Creía que mis hij@s no tendrían rabietas ni llorarían…”. “Nunca pensé en que tendría que poner límites tan duros a mis hijos e hijas”. Estas son solo algunas de las decenas de expectativas no cumplidas que comparten las madres cuando llegan al Proyecto Luna, un espacio de acompañamiento terapéutico para los procesos de las maternidades y las paternidades que se ponen en marcha con el nacimiento de los hijos e hijas.

¿Cómo se construyen estas idealizaciones? ¿De dónde vienen? Karmen explica que, en general, “venimos de familias en las que seguramente las madres y los padres también estaban desbordados, pocas personas provienen de entornos ideales”.

“La idealización en las mujeres parece estar más clara porque más allá de la construcción biográfica está el tema del género. A las mujeres, desde la educación y la cultura, se nos asigna una serie de atributos por los cuales se supone que estaremos muy preparadas para la crianza, pero luego aparecen los cuestionamientos y la decepción porque al encontrar dificultades o conflictividades se inicia un auto juicio”, advierte Karmen.

En ese sentido, Charo precisa que la idealización cuenta con tres componentes: por un lado, la expectativa mental de cómo deben de ser las cosas, cómo tengo que ser y cómo es una madre o un padre ‘normal’; el segundo elemento es la falta de experiencia en ese ámbito y de hecho, las últimas generaciones lo hemos podido hacer en menor medida, presuntamente, que en sociedades más tradicionales, lo que moderaría alguna de esas idealizaciones; y el tercero relacionado con la figura de nuestros padres, nuestra historia relacional internalizada o lo que hemos aprendido e internalizado de nuestros padres.

“Este último factor también es muy importante: pensar que nosotras lo vamos a hacer mucho mejor que nuestros padres. Esto nos imposibilita o nos dificulta ver todo aquello que estamos haciendo exactamente igual. Una parte importante del trabajo de ser más una y de estar mejor en la crianza se hace a través de la idealización de cómo yo tendría que ser mejor como madre o padre sino a través de ir visibilizando lo que se nos cuela de papá y mamá en nuestras acciones cotidianas”, advierte Charo.

¿Qué margen tenemos verdaderamente de hacer las cosas diferentes a lo que lo hicieron nuestros padres? Karmen considera que lo “más probable es que repitamos el patrón, pero con ciertas diferencias. No podemos hacerlo totalmente diferente. Es imposible”.

 

La crisis de la maternidad y la paternidad es probablemente una de las crisis más profundas y potentes que vivimos

Una vez que se mira la historia biográfica de cada uno, las necesidades y la realidad de cada pareja, llega el momento de adaptarla a la vida cotidiana.

“Es importante que las parejas trabajen herramientas de indagación mutua. Que se puedan preguntar y escuchar, establecer una mejor comunicación no desde un ideal sino desde preguntar al otro cómo está, y también aprender a preguntarnos cómo estoy y que necesito. Y también un trabajo con la proyección idealizada de que la otra persona tiene que estar ahí para mí perfectamente”, remarca Charo.

Asimismo, destaca que las madres y padres que vienen a Gaztambide17 tienen una característica que es muy común a nuestra generación y que está relacionada con el deseo o la intención de un reparto igualitario de las tareas. Realmente lo plantean como lo mejor. Aunque es verdad que sin darnos cuenta, se siguen colando partes de los “roles de hacerlo como mamá y papá”.

Proyecto Luna: un espacio psicoterapéutico y no un grupo de crianza

Las terapeutas que forman parte del Proyecto Luna no abogan por un estilo de crianza en concreto sino por acompañar un proceso terapéutico humanista que construya vínculos sólidos, y satisfactorios, en la manera que cada madre y padre encuentre y decida.

Existen algunos modelos de crianza que están más ajustados a una persona u a otra, o a una sociedad en general. La importancia de tener un acompañamiento terapéutico nos permite llevarlo a nuestra experiencia vital, en contexto y con las necesidades en ese momento. “Es bonito que cada pareja pueda construir su propio modelo”, apunta Charo.

Karmen lamenta que la crianza que se produce en las ciudades sea tan solitaria, con sensación de vulnerabilidad y de decepción. En ese sentido, recuerda que desde una perspectiva histórica, la crianza sin la tribu, sin una comunidad, sin un apoyo de familias externas es un fenómeno muy reciente.

Y agrega: “hacer terapia con las familias es algo que lleva sucediendo hace muy poco. Es muy bonito y maravilloso recibir a las madres y a los padres en el Proyecto Luna. De momento, las madres siguen siendo las más se acercan a pedir un acompañamiento, pero creo que tiene que ver con la perspectiva de género. El ideal de no cumplir con la idealización de ser la madre buena es algo que termina siendo muy doloroso. No solo por el dolor que puede implicar la relación con tu hijo o hija sino tu relación contigo misma. La maternidad trae una fuente muy potente de auto cuestionamiento y auto juicio que produce mucho dolor”.

Si tienes dudas sobre cualquier aspecto relacionado con nuestra forma de trabajo y cómo podríamos ayudarte desde el Proyecto Luna, puedes escribirnos a info@gaztambide17.com sin ningún compromiso e informarte más a fondo antes de tomar la decisión.