Psiquiatría y psicoterapia, ¿qué es mejor?

“Yo creo que lo mejor es sumar y utilizar todas las herramientas que están a nuestro alcance, teniendo siempre en cuenta a la persona consulta. El trabajo en equipo incluyendo a la persona que consulta, que es la que más sabe acerca de sí misma, es la manera óptima de trabajar”. Así de clara se muestra Eva Inés, psiquiatra, psicoterapeuta humanista y directora del Centro Terapéutico Gaztambide 17, ante la disyuntiva habitual que se suele generar entre la conveniencia de iniciar un proceso terapéutico o psiquiátrico.

Eva nos invita a comenzar el análisis, aclarando las diferencias que existen entre estas especialidades.

Un psiquiatra hace seis años de la carrera de medicina. Después de realizar el examen Médico Interno Residente (MIR) se hacen al menos cuatro años de especialización en psiquiatría, que consiste en ir rotando por diferentes dispositivos para aprender a manejar la patología psiquiátrica en todos sus aspectos.

Los psiquiatras atienden los síntomas que aparecen en una persona, y en caso de ser necesario, aplican un tratamiento con fármacos. También pueden indicar un ingreso hospitalario, pedir interconsultas o analíticas: todas las actuaciones que tienen que ver con la parte médica de los procesos psiquiátricos.

Un psiquiatra que además se forme en psicoterapia, también se convierte en psicoterapeuta.

Los psicoterapeutas son los profesionales que se forman para realizar psicoterapia. La psicoterapia es una formación que no se estudia a día de hoy en las universidades, sino en las diferentes escuelas de psicoterapia, incluyendo cada una los requisitos de formación, práctica, supervisión y terapia personal que consideren necesarios.

Los psicólogos son los profesionales que estudian la carrera de psicología, en la que aprenden el funcionamiento de la mente desde muchos puntos de vista: social, biológico, filosófico, los procesos de pensamiento… También estudian acerca de las emociones y de sus procesos, y los tratamientos que se aplican: diferentes estilos de psicoterapia, y otros tipos de intervención. Pero la psicoterapia necesita una parte práctica, por lo que, normalmente, hay que estudiar en las escuelas de psicoterapia. En Gaztambide17 todas las profesionales hemos hecho una formación extensa en psicoterapia, del ámbito de la denominadas Humanistas fundamentalmente, y nos seguimos formando para atender con rigor y mejora continua de nuestras habilidades.

La psicoterapia es muy necesaria para entender al ser humano, incluso para entender los síntomas más allá de lo biológico, de lo fisiológico, de lo que pasa en nuestro cuerpo cuando tenemos un síntoma, como puede ser la ansiedad, un delirio, un ánimo eufórico o un ánimo muy depresivo.

“En mi opinión, saber qué sucede a nivel fisiológico es una parte que puede ayudar a tratar a la persona, pero conocer qué le está pasando, lo que tiene que ver con ella, con su historia, es fundamental y un complemento buenísimo. Los estudios nos dicen que es realmente la manera en que las personas mejoran más, cuando se hace un tratamiento combinado entre psicoterapia y psiquiatría”, explica Eva.

A veces se piensa que si existe un problema leve o moderado hay que ir al psicólogo, mientras que si es grave es mejor ir al psiquiatra. Eva, ¿qué crees sobre esta creencia?

Los tratamiento graves suelen necesitar tratamiento farmacológico, además de tratamiento psicoterapéutico. Cuando los problemas son grandes o son severos hace falta toda la ayuda porque los síntomas son muy incapacitantes, y la psicoterapia muchas veces es más lenta en el control de síntomas que la farmacología. Entonces se puede prescribir un fármaco y además trabajar en psicoterapia.

¿Los fármacos impiden la psicoterapia?

En mi opinión no. Hay veces que algunos fármacos que tienen un efecto de sedación que es necesario cuando la persona está muy inquieta o agitada o sufriendo mucho, con riesgo de tener actitudes demasiado impulsivas porque el malestar no le deja pararse a pensar.

Hay veces que la medicación baja un poco el nivel de conciencia, el nivel de actividad espontánea mental, y podemos pensar que en ese momento la persona hace menos procesos psicoterapéuticos en el sentido de tener menos capacidad de entenderse a si misma, pero son momentos muy importantes para la relación terapéutica.

¿Qué es la relación terapéutica?

Es la relación que se establece entre el terapeuta y la persona. Muchas veces estar ahí mientras la persona está necesitando medicación, seguir ahí escuchando, haciendo importante cualquier cosa que le pase a la persona, tiene mucho valor.

Hay etapas en las que la psicoterapia tiene que ver más con construir una relación humana, que con mejorar los síntomas. La psicoterapia concomitante a la farmacología creo que es importante en cualquiera de sus fases.

Hay cuadros leves o cuadros severos que tienen etapas de estabilidad en las que la psicoterapia cobra más importancia que la farmacología, en los que es más importante usar menos farmacología y pasa a primer plano el trabajo terapéutico.

¿Cuándo se debe consultar a un psiquiatra?

Cuando una persona está en terapia o proceso psicológico y el terapeuta o el psicólogo considere que hay algo que no le cuadra, que la terapia se ha estancado y no saben por qué; en caso de riesgo de suicidio; o cuando haya alguna sintomatología que esté siendo difícil de contener porque haya mucha impulsividad; o si hay un consumo excesivo de sustancias o de alcohol. Cuando aparezca una sintomatología que altere el estado de conciencia, como por ejemplo, que la persona esté delirando, o esté con un ánimo muy exaltado, o hay una depresión muy grande en la que la persona no puede salir de la cama, o cuando hay alteraciones del sueño severas.

De hecho, uno de los riesgos de enfermedad grave psiquiátrica es cuando no se duerme de manera sostenida.

También cuando haya dudas diagnósticas es un buen momento para que otro profesional vea y valore desde otro punto de vista. Hay veces que valorar con un profesional añadido es muy conveniente para la persona que consulta, porque tiene dos personas de referencia que la puedan apoyar desde lugares distintos.

Por ejemplo, el espacio de la psicoterapia es muy íntimo, y no entran familiares porque se hablan de temas que quedan entre el terapeuta y la persona que consulta.

Sin embargo, en una consulta de psiquiatría, con el permiso de la persona que consulta es posible que entre un familiar, o la pareja, o un acompañante, para que pueda informar también de cómo le ve el entorno. Se habla más de síntomas y menos de la vida personal, de las creencias o sentimientos.

¿Qué quiere decir “trabajar en equipo con la persona que consulta”?

A mi me parece que hay mucho trabajo terapéutico en escuchar las inquietudes de la persona que consulta acerca de la medicación, acerca de sus prejuicios, sus miedos, sus esperanzas, y aclarar todo lo que necesite saber, e incluso elegir conjuntamente una medicación.

La persona no tiene por qué saber cuál es la que le conviene fisiológicamente, pero podemos explicar qué es lo que puede esperar de la medicación y trata de encontrar un ajuste entre las creencias y expectativas de la persona y lo que nos ofrece la psiquiatría o la psicoterapia.

El trabajo en equipo, incluyendo a la persona que consulta que es la que más sabe acerca de sí misma, es la manera óptima de trabajar.

Hay estudios que demuestran la eficiencia de cómo sientan los fármacos si la prescripción está hecha con conciencia, con implicación de la persona. El resultado es mucho mejor que cuando es una imposición o  la persona lo vive como algo muy ajeno.

¿Sirve la psiquiatría o la psicoterapia para curar?

Las situaciones más leves son más fáciles de curar con cualquiera de las herramientas, y en las enfermedades más graves, la expectativa es más aprender a vivir con ellas y tener una buena calidad de vida, que, que se vayan a curar, como en tantas otras especialidades médicas. Hay muchas otras enfermedades de otros ámbitos en que la acción médica trata de mejorar la calidad de vida y de reducir los síntomas, y no hay una curación cien por cien, pero eso no significa que no ayuden, porque tener una buena calidad de vida, tener herramientas con las que reequilibrarnos cuando nos encontramos mal, es muy importante.