La salud mental en la mediación

Marga Aguilera, mediadora en el Centro Terapéutico Gaztambide17, advierte que cuando una persona está inmersa en una situación de alta conflictividad pueden aparecer ciertos fenómenos psicológicos como la atribución causal distorsionada, la profecía autocumplida, la alerta permanente, una radicalización en las posturas o una espiral de violencia.

En situaciones de alta conflictividad y tensión en la relación con el otro, se producen una serie de fenómenos psicológicos bien conocidos (Serrano 2010).

1.-La aparición de atribuciones causales distorsionadas, especialmente en relación a la intencionalidad ajena. La conducta propia se justifica, se explica, puesto que se conocen las motivaciones. Respecto a la conducta del otro sólo caben intenciones aviesas y oscuras motivaciones.

2.- Percepción mediatizada desde un principio “la realidad” que el individuo crea acerca de la situación que vive, sesgan sus interpretaciones y, por tanto, la respuesta que dará ante la misma. Es frecuente que las personas inmersas en conflicto perciban las circunstancias que rodean al mismo de forma selectiva, procesando esa información de forma coherente a sus hipótesis previas y dando lugar al tan famoso fenómeno de “profecía autocumplida”.

3.- Activación de mecanismos de defensa que provocan un estado de alerta permanente, con especial referencia a todo lo relacionado con la situación conflictiva, y que impiden que el acercamiento empático, necesario en las relaciones interpersonales, sea activado y, por tanto, acompañe y facilite el proceso de resolución.

4- Una vez llegado a este punto, es frecuente que las personas radicalicen sus posiciones, y pretendan hacer valer su perspectiva por encima de la del otro, de forma que esta polarización acrecienta el distanciamiento y provoca un efecto similar en “el contrario”. Imposible el entendimiento.

5.- La polarización afecta de manera especial al resultado esperable. Ninguna de las partes está dispuesta a la renuncia de aquello que valora, ya que es la posible pérdida la que cobra protagonismo, en detrimento de la parte a ganar. Sin la flexibilidad necesaria no será posible el acuerdo, sólo la autoridad legítima de un tercero pondrá fin a este conflicto, pero la insatisfacción será una de las emociones presentes con este resultado, al menos desde una de las partes implicadas.

6- Los parámetros fisiológicos que acompañan a la activación emocional se ven en ocasiones desbordados, llevando al individuo a una experiencia subjetiva de inundación emocional. Desde este estado es difícil el mantenimiento del autocontrol, las personas pierden el respeto a las normas sociales y se abre la espiral de agresión que muchas veces acompaña la escalada del conflicto

En el espacio de la mediación se procura desactivar estas respuestas generando espacios y sinergias diferentes. Para ello se procura:

1.- Crear un espacio seguro, tranquilo, donde poder hablar y escuchar. El mediador da tiempo a cada persona para que hable y con esta información elabora resúmenes que ayudan a identificar los intereses, las necesidades, los espacios comunes y todo aquello que facilite restablecer la comunicación.

2.- La creación de sinergias diferentes van a permitir abandonar las posturas defensivas, la desconfianza y el ensimismamiento, para pasar a actitudes de escuchar al otro, entender sus necesidades, aceptar otro relato, ampliar mi visión, cuestionar mis prejuicios y estereotipos, etc. Todo esto lleva a un cambio de paradigma que facilita respuestas distintas, cambios en mi percepción de lo vivido y del conflicto y finalmente a reconocer al otro no como mi enemigo, sino alguien con quien colaborar.

En este nuevo contexto los efectos negativos del conflicto van despareciendo (rabia, enfado, miedo, inseguridad, frustración, tristeza, desconfianza, bloqueo, etc.) y van surgiendo actitudes y sentimientos beneficiosos (empoderamiento, confianza en uno mismo, sentimiento de seguridad, alegría, ligereza, fuerza, esperanza, etc…)