¿Qué sucede cuando nos mudamos?
Tendemos a asociar el duelo con una muerte o una pérdida, pero el mudarse también supone un duelo porque es decir adiós a un estilo de vida conocido, a unas rutinas que estaban instauradas y nos daban seguridad, y es decir hola a algo nuevo y desconocido hasta ahora.
También supone aprender a manejar la ambivalencia que nos acompaña durante todo el proceso: ilusión y miedo, curiosidad y tristeza, risas y llantos.
Además, surge mucho cansancio mental y estrés: hacer listas, pensar en qué llevar y que no, qué servicios contratar de mudanza contratar… Y si se viaja con la familia, con hijos e hijas, averiguar los colegios, los institutos, las matriculas, las solicitudes de plaza, el traslado de expediente, etc.
Nuestra compañera Mamen Bueno está atravesando un proceso de mudanza y nos invita a vivir la mudanza como si fuera una aventura: “ponernos en modo explorador y exploradora y avanzar con curiosidad y a la vez, estar protegidas y protegidos para esos imprevistos. Adentrarnos en terreno desconocido, abrirnos a la experiencia con los ojos muy abiertos para ir anticipando pequeños peligros que puedan ir surgiendo, y a la vez maravillarnos con todo lo que podamos ir descubriendo, conociendo de los demás, de nosotros mismos y del entorno al que vamos a ir”.
Una mudanza exitosa tiene que ir acompañada de grandes dosis de autocuidado. Cuidar nuestro descanso, medir las fuerzas, y si hoy no podemos hacer algo, mañana será otro día. Permitirnos sentir lo que estamos sintiendo, sin juicio, ni críticas.
No siempre las cosas salen como nos gustaría. Se trata también de no añadir malestar, ni sufrimiento, tratándonos mal, criticándonos, enjuiciándonos o exigiéndonos mucho más de la cuenta.
Mamen nos sugiere pedir ayuda siempre que la necesitemos, aprender a delegar y a pedir ayuda.