Acoso escolar o bullying: un miedo que puede quedarse en tu vida

El acoso escolar o Bullying es una situación de la que podrían haber sido víctimas, según la UNESCO, uno de cada tres niños/as en el último mes. No en vano ha sido categorizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un problema grave de salud pública mundial. Por desgracia esta situación no siempre se detecta de manera sencilla y menos al principio, sin que haya llegado a situaciones de importante deterioro social o en la salud mental, incluso en la vida adulta. En España, en un estudio realizado entre enero de 2020 y septiembre de 2021 por la ONG internacional, Bullying Sin Fronteras, se informaba de que siete de cada diez niños/as sufren acoso escolar.

Además, tras la pandemia del COVID 19, no han bajado los números, sino que incluso los casos de acoso y maltrato escolar han aumentado, hasta en un 44% entre enero y agosto de 2021 respecto a los mismos meses de 2020.

Padecer este tipo de acoso incrementa claramente el riesgo de problemas de salud de todo tipo y también de mayores dificultades tanto académicas como sociales en la infancia y adolescencia. Queda clara en toda la literatura, y por desgracia, somos testigos de algunas de sus tristes consecuencias en el día a día, la relación entre exposición a acoso escolar y desarrollar síntomas depresivos. Y en términos de potencial desarrollo educativo, laboral y oportunidades en la vida adulta, comparados con compañeros que no han padecido acoso, aquellos/as que lo han vivido tienen dos veces más posibilidad de saltarse clases de manera regular, tienen una mayor probabilidad de dejar los estudios antes de haber terminado la educación secundaria, y puntúan menos en los tests o exámenes.

Y llega más allá, pues, los efectos de haberlo sufrido en estas etapas tiene una enorme relación con el desarrollo de síntomas de salud mental en la vida adulta, incluyendo depresión, ansiedad y riesgo suicida. En algunos estudios se arroja el dato de que aproximadamente el 29% de la depresión en adultos/as puede ser atribuida en parte a la victimización por parte de iguales en la adolescencia, y se cree que el acoso escolar puede llegar a tener más impacto en algunos casos en la vida adulta que el maltrato por parte de adultos. De nuevo, estas consecuencias no se evidencian solo en el terreno de la salud mental, sino que se asocian también con un deterioro en las relaciones sociales, situación económica y autopercepción pobre de calidad de vida a los 50 años.

Lo que no es tan conocido y es igualmente interesante es que esta relación no solo se produce en aquellos/as víctimas de acoso escolar sino también en aquellos/as que lo perpetran, y también en los que son perpetradores/as y al mismo tiempo víctimas. Los testigos/as del acoso y su entorno también se convierten en posibles sufridores/as de sus consecuencias, pues al final se produce en periodos en los que la integración y la formación de relaciones interpersonales con iguales son cruciales para el desarrollo personal y nuestra manera de vivir las relaciones adultas.

Vivir en un ambiente en el que se produce acoso escolar puede generar sentimientos de culpabilidad e impotencia, causar con el paso del tiempo dinámicas como desensibilización ante el sufrimiento ajeno o falta de solidaridad con el mismo y la normalización de la discriminación, pudiendo llegar a identificar la violencia y agresividad con el éxito social.

Una potentísima vía de actuación a tener en cuenta, es que también se ha estudiado que este sufrimiento, por si solo, no parece llegar a explicar del todo el desarrollo de ideación suicida o intentos de suicidio. Sí actúa como potenciador con otros factores que rodean al/la menor, lo que vuelve a poner en relevancia lo crucial e importante que es cuidar a nuestros pequeños/as en todos sus entornos: en casa, en colegio, y en el mundo.

Cabe destacar que, además de los medios por los que el acoso escolar lleva tristemente realizándose desde siempre, se suma en los últimos tiempos el acoso que se puede realizar por internet, vía fundamentalmente las redes sociales, o ciberbullying. De esta manera, la tortura diaria a la que se someten tantos/as menores, no se acaba en los muros de la escuela ni en el momento en que suena la alarma de final de clases.

El ciberbullying aporta nuevos retos y peligros como son: la dificultad para la supervisión y control de estos espacios; el desconocimiento de la necesidad de estar pendientes y la potencialidad dañina de los mismos por algunos padres o tutores; el incremento potencial de exposición pudiendo llegar a una audiencia mucho mayor; la posibilidad de anonimidad de los ataques y la permanencia de todo lo que se sube a la red.

Además, los datos disponibles hasta ahora muestran que una asociación entre acoso en redes, el desarrollo de síntomas depresivos e ideación o intentos de suicidio es significativa en mujeres. Algunos estudios realizados en la población de Inglaterra arrojan diferencias de 1 cada 20 adolescentes mujeres frente a 1 cada 50 adolescentes varones.

Por todo esto es muy importante concienciar y trabajar todos/as juntos/as para mejorar la salud y el bienestar de nuestros niños/as y adolescentes, promoviendo la necesidad para la prevención, educación, supervisión y detección del acoso escolar por parte de padres, profesores y en general, todos los adultos, que al final somos los que conformamos su mundo y deberíamos ayudarles a llegar a ser personas seguras y sanas.

En este marco, la GUÍA DIGITAL para prevenir el acoso escolar impulsada por la UNICEFF está especialmente dirigida al colectivo de padres y madres de hijos en edad escolar. El texto se centra en el colegio y la familia, ámbitos educativos esenciales para la protección de la infancia y la adolescencia, por ser sus principales lugares de convivencia, relación y actividad diaria.

 

Por Teresa Crespo, psiquiatra especializada en niños y adolescentes.

 

(Foto: James Sutton)

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