La línea de la vida en la alimentación y la huella dietante

Con cada dieta infructuosa se crea una cicatriz de falta de valía importante. En ningún momento se cuestiona que las dietas milagro o excesivamente restrictivas sean las responsables del fracaso. En su lugar, se tiende a depositar esa responsabilidad en la misma persona que no logra los objetivos fijados. En este marco, el concepto de huella dietante incluye las marcas, recuerdos, sensaciones, pensamientos, diálogos internos que va dejando una historia de dietas malogradas.

“A veces el sobrepeso tiene más que ver con rabias no expresadas, duelos no resueltos, miedos a ser dañadas o la falta de aceptación de corporalidad es diferentes que con la comida que se ingiere. No contemplar esto, conlleva fracaso y por consiguiente, otra cicatriz a esa huella distante”, advierte Mamen Bueno, terapeuta humanista integrativa en el Centro Terapéutico Gaztambide17.

Hoy queremos centrarnos en la huella dietante. Para ello, hemos conversado con nuestra compañera Mamen, la creadora de este concepto que ha tenido especial repercusión y acogida en el ámbito de la psiconutrición.

Mamen, ¿qué es la línea de la vida en la alimentación?

A veces utilizo con las personas que me piden ayuda una técnica que se llama «la línea de vida». Es una herramienta que nos permite aumentar el autoconocimiento y la comprensión de una misma. Es muy flexible y se puede adaptar a cualquier indagación autobiografía que se quiera abordar. Si la quiero hacer sobre el historial de dietas, la llamo la “línea de la vida en la alimentación” o la «línea de vida dietante». Este tipo de línea centrada en los problemas alimentarios ayuda a comprender lo que yo llamo la huella dietante.

¿Cuáles son los pasos para crear la «línea de la vida en la alimentación» o «la línea de vida dietante»?

Se trata de construir una línea cronológica en la que organizar las experiencias más significativas: se puede elegir una experiencia o un área concreta y ver cómo han evolucionado a lo largo de la vida.

Antes de comenzar a crear nuestra línea de la vida en la alimentación es importante detenernos un momento y recordar acontecimientos significativos que marcaron nuestra vida: un nacimiento, la separación de los padres, un matrimonio, mudanzas o estudios; o algún punto de inflexión, como situaciones o eventos críticos de diversa intensidad; o puntos de corte, como una agresión, experiencias traumáticas o accidentes.

Una vez que elegimos el centro de interés sobre el que hacer la línea de vida, se dibuja una línea plana sobre la que colocar las fechas de los acontecimientos.

El tercer paso es señalar los acontecimientos significativos relacionados con el motivo elegido y posicionarlos por encima o por debajo de la línea base, en función del impacto emocional que hayan tenido.

Se puede incluir un título a cada uno de esos hitos, sucesos o etapas significativas que fueron sucediéndose, como si se tratara de los capítulos de nuestra autobiografía.

Una vez que hemos terminado de crear nuestra línea de la vida en la alimentación podemos analizar el impacto de cada experiencia, observar si hay situaciones o personas coincidentes, posibles consecuencias e influencias. No se trata de buscar culpables, ni quedarse anclada o anclado en el pasado.  Más bien, se trata de buscar un contexto sobre la problemática a indagar.

¿Qué es entonces la huella dietante?

Cuando hablo de huella dietante, me refiero a todas las marcas, recuerdos, sensaciones, pensamientos, y diálogos internos que va dejando una historia de dietas malogradas. Cada dieta infructuosa crea una cicatriz de falta de valía importante. Sobre todo si va acompañada de comentarios descalificativos de personas significativas para la persona.

En ningún momento se cuestiona que esas dietas no fueran adecuadas. O que esos comentarios surgieran de personas con sus propios problemas alimentarios sin resolver. Se tiende a depositar la responsabilidad del fracaso en la persona que «no logra» esos objetivos, la mayoría de las veces inalcanzables. Cuando la mayoría de la veces los problemas alimentarios están más relacionados con emociones no expresadas, duelos no resueltos, miedo a ser dañada o dañado, falta de aceptación de corporalidades diferentes, prejuicios, mitos absurdos…

Muchas personas que tienen una relación complicada con la comida, no se han parado a pensar en su propia vida, y cómo algunos eventos les han podido influir en su situación actual,  en buscar un hilo conductor o significado coherente.

Trabajar sobre esta huella dietante proporciona un contexto a partir del cual construir un significado diferente, una nueva narrativa,  acerca de su relación con la comida.

De esta forma, la persona puede darse cuenta de cómo han influido ciertos comentarios, ciertas normas familiares relacionadas con la comida, las primeras dietas o por parte de quién surgieron.

Contemplar su historia alimentaria y su huella dietante, desde otra perspectiva les ayuda a entender que es todo más complejo, y que aunque fracasaran en esos intentos, ellas no son las fracasadas, ni son un desastre. Significa que no eran dietas para ellas. Es hora de ver esa huella dietante desde otra perspectiva. Y desde ahí, crear una nueva narrativa y una nueva imagen de sí mismas.

 

(Ilustración de Miss Calorie, cortesía de la artista)

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