Ser personas autónomas, relacionarnos y apoyarnos las unas a las otras, ¿es posible sin entrar una dependencia emocional?

Cuando hablamos de dependencia emocional nos referimos a relaciones en las que una persona no se atreve a autodefinirse, renuncia a sus propias necesidades o a fijar los límites ya sea por miedo, temor a ser abandonada, no ser querida o no ser aceptada.

Partiendo de la base de que somos seres sociales e interdependientes y que tenemos la capacidad de adaptación para poder construir relaciones estables y duraderas, hablamos de relaciones de dependencia, dependencia perjudicial o tóxica cuando hay una hiperadaptación de una de las partes.

La persona no se sabe autorregular fuera de la relación y entonces paga un precio alto con tal de no perder la relación, olvidando sus propias necesidades ya sea por educación, por miedo al abandono o porque la otra parte ejerce un abuso de poder donde no cabe la negociación y se establece una dinámica en la que son invisibilizadas las necesidades de la parte más sumisa.

La dependencia emocional tiene que ver con la incapacidad de uno/a mismo/a de funcionar adecuadamente sin la ayuda de los demás.

¿Cómo saber si estoy en una relación de dependencia emocional?

  • Cuando la inestabilidad emocional es muy grande y varia mucho tanto la sensación de seguridad como de autoconcepto;
  • Cuando el grado de angustia, de desestabilización o el grado de sentimiento de vacío es grande;
  • Cuando el estado de ánimo depende de cómo se está con esa persona;
  • Cuando te defines más por lo que piensan los demás de ti que de lo que piensas tu de ti misma;
  • Un miedo profundo a perder la relación y a no saber si esa persona va a poder tener esa estabilidad, ese bienestar, ese funcionar en la vida si la pierde;
  • Cuando hay un grado de adaptación tan alto que se hace difícil expresar opiniones diferentes, no complacer o no poner límites.

Es importante destacar que hay distintos grados de dependencia emocional porque estas características pueden estar en muchos vínculos estrechos.

El miedo a perder una relación existe siempre que la relación es importante: el deseo de que nos quieran y nos acepten es normal. En ese sentido, es interesante indagar cuánto del comportamiento diario tiene que ver con no entrar el peleas, no entrar en una negociación, cuánta racionalización hay destinada a no tener conflicto o no ser abandonado.

Asimismo, la imagen que refleja una persona también cambia en función de la mirada del otro, es decir, que el nivel de autoestima y autocritica varian en función del estado de la relación o de cómo te vea esa persona.

La propia construcción de socialización de género hace que las mujeres estén más predispuestas a una tener dependencia emocional: la otra persona está para completarme. Las mujeres estamos socializadas para ser para otros y eso, en sí mismo genera dependencia.

Lo que muchas mujeres están necesitando es redefinirse de manera más autónoma, cambiando el paradigma con el que hemos crecido. Empoderamiento en el sentido de que me defino y tengo un yo más autónomo en la relación con los demás.

No ser dependiente no significa no estar en relación sino ser personas autónomas que podamos relacionarnos y apoyarnos unas a las otras, negociar, compartir, y expresarnos con libertad y seguridad.

(Foto: Cortesía de Wladislaw Peljuchno)

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