Las vacaciones se presentan como el tiempo del año más propicio para relajarse. Esos días de descanso, donde normalmente se interrumpen las actividades cotidianas, son muy importantes para la salud física y mental de las personas. Sin embargo, en ocasiones resulta complicado relajarse cuando hemos estado sometidos a niveles altos de estrés.
En el Día Mundial de la Relajación, quisiera mencionar las técnicas de relajación y respiración como las estrategias terapéuticas que más se utilizan en el ámbito de la psicología para controlar los propios niveles de activación.
Las técnicas de relajación y respiración propician cambios somáticos y cognitivos que implican sensaciones de tranquilidad, confort y sosiego. No pretenden eliminar totalmente la tensión, sino rebajarla, suprimiendo la cantidad de estrés acumulado en el cuerpo.
Estas técnicas no han de confundirse con el Mindfulness o Atención Plena; mientras que con las técnicas de relajación se busca cambiar el estado del cuerpo tenso, a uno relajado, con el Mindfulness se busca observar aquello que ocurre sin transformarlo para que continúe su curso natural. No obstante, algunos tratamientos basados en Mindfulness se han diseñado para reducir el estrés como el programa de Jon Kabat Zinn, MBSR (Mindfulness Based Stress Reduction).
Las técnicas de relajación y respiración implican un entrenamiento guiado por los profesionales de la psicología que en el caso de la Relajación Progresiva ideada por Edmund Jacobson conlleva un conocimiento de las cadenas musculares con el propósito de tensarlas, para aprender a relajarlas. También se utilizan estrategias de sugestión e imaginación mental y de control de la respiración como estrategia de manipulación de la actividad fisiológica.
La relajación es una habilidad que se tiene que aprender y requiere una práctica regular disciplinada, ya que los beneficios de las técnicas no son inmediatos. No obstante, algunas de las prácticas que solemos realizar en las vacaciones como salir de las ciudades para entrar en contacto con la naturaleza, ya sea la playa o la montaña, aumentar las horas de sueño, practicar algún tipo de deporte o realizar actividades lúdicas o placenteras pueden favorecer la relajación de nuestro sistema nervioso, y favorecer el descanso necesario.
Noemí García