Psicoterapia Grupal

Psicoterapia Grupal

Participar en un proceso terapéutico grupal supone una oportunidad única para poder crecer junto a otras personas.

Con la atenta presencia de uno o varios terapeutas especializados en técnicas de terapia de grupo se crea un clima facilitador, respetuoso, cálido y protector que permite trabajar a un nivel profundo y transformador.

La mirada del grupo en ese contexto de respeto y confianza dinamiza el proceso de transitar el miedo a ser juzgado que pueda tener un paciente, ganando una mayor libertad a la hora de relacionarse con los demás. De esa manera puede mostrarse tal y como es y aprende a conectar con sus verdaderas necesidades, diferenciándolas de las de los demás y encontrando herramientas personales para expresarlas.

El grupo nos invita a dar y a recibir, a apoyar y a permitirnos ser sostenidos, al profundo contacto con lo interno y con lo externo, a la multiplicidad de perspectivas y también a encontrarnos con nuestro ser único y original. Además, al identificarnos con las vivencias y problemáticas de las otras personas (que hacen de espejo y a la vez de altavoz de los propios contenidos internos) nos encontramos con que, tanto en su luz como en su sombra, nada de lo humano nos es ajeno.

Esta vivencia nos permite acceder a un profundo lugar de escucha, intimidad y acogida de nuestro ser esencial y el de los demás, que puede ser percibido como igual de valioso y bello que el nuestro. En el trabajo grupal, al estar inmersos en una gran riqueza de interacciones, se nos movilizan especialmente nuestras heridas y dificultades de apego, lo que nos permite ir reparando la herida de confianza en nosotros mismos y en la relación con el otro.

La idea de formar parte de un grupo de trabajo psicoterapéutico a menudo puede movernos el miedo, o despertarnos ansiedades, o quizás nos dé pereza. Sin embargo, en nuestra experiencia, una vez que los pacientes tienen la experiencia de trabajo grupal suelen sorprenderse por lo muy gratificante que les resulta, lo mucho que les aporta en crecimiento y lo natural que es el proceso.

El grupo es por naturaleza un gran amplificador, lo que permite crear grupos que inviten a un nivel de trabajo realmente profundo e intenso. Este tipo de grupos, por un lado, facilitan el contacto y un acceso psico-corporal y emocional muy profundo; y por otro, potencian el nivel de intimidad, aceptación y protección necesarias para llegar tan hondo.

En Gaztambide 17 hay profesionales que ofrecen terapia de grupo, en diferentes formatos y horarios. La combinación de sesiones individuales y grupales potencia y enriquece enormemente los procesos de cambio y realización personal. Actualmente hay posibilidad de participar en  diferentes tipos de trabajo psicoterapéutico grupal. Estos varían, no en esencia, sino en su enfoque y encuadre:

Grupos de trabajo emocional

El trabajo se centra en nuestra psique profunda. En estos grupos busca fundamentalmente acceder al corazón de los traumas, memorias y bloqueos en nuestro cuerpo psicofísico y emocional. El objetivo es poder vivenciar lo que fue tapado, permitir que estas experiencias encuentren su vía de liberación y se completen. Así podemos volver a sentir, comprender y acoger las partes de nosotros que estaban rechazadas y de esta manera integrarlas. Esta integración nos permite crecer y nos hace más libres, más nosotros.

Cada momento grupal es además una invitación a la propuesta de un camino de contacto real e íntimo con nosotros mismos y con el otro. Usamos diferentes vías de acceso o herramientas de trabajo, entre ellas: el trabajo experiencial catártico, el enfoque corporal, la escenificación, las fantasías guiadas y el trabajo con imágenes y símbolos. Estos grupos se ofrecen generalmente a pacientes que ya tienen establecido su proceso individual y su vínculo con uno/a de nuestros terapeutas. Las sesiones de Terapia de Grupo se realizan una vez cada 15 días y la duración es de entre 2 horas y media y 3 horas. El número de pacientes varía entre seis y diez y es habitual que participen dos terapeutas.

Grupos de trabajo emocional en la maternidad y la paternidad “Proyecto Luna”

En estos grupos ofrecemos una opción de terapia específica para mujeres y hombres que estén atravesando la crisis que se despierta al tener hijos.

Talleres intensivos de trabajo emocional (de fin de semana)

Son grupos en convivencia de fin de semana. Los talleres ofrecen la posibilidad de ampliar la experiencia de trabajo emocional grupal y permiten desarrollar trabajos más largos, culminar procesos y utilizar herramientas que no son factibles con menor número de personas o menos tiempo. El formato de retiro de fin de semana es también un elemento esencial que añade a la particular naturaleza de estos talleres, aportando el elemento del encuentro con uno mismo y con los demás fuera de los esquemas y las presiones de nuestra cotidianeidad.

Los talleres se ofrecen dos o tres veces al año y están generalmente abiertos solo a pacientes de los grupos de trabajo emocional que están activos en Gaztambide 17. El número de participantes oscila entre quince y treinta y suelen ser acompañados por tres o cuatro terapeutas.

Talleres teórico-vivenciales

Son propuestas grupales, principalmente de naturaleza vivencial, centradas sobre una temática o propuesta de trabajo específica. Estas propuestas suelen estar limitadas en el tiempo, con un principio y un fin, y son por tanto un formato de trabajo mucho más accesible para personas que no pueden o no desean iniciar un proceso de psicoterapia más involucrado o que deseen específicamente sólo trabajar el aspecto o temática propuesta. Estos grupos están abiertos a pacientes y no pacientes del Centro. El número de participantes varía según la propuesta.

Algunos de los talleres teórico-vivenciales son:

  • Taller de parejas
  • Taller de trabajo con el Niño Interior
  • Taller de Constelaciones Familiares
  • Círculo de mujeres
  • Talleres de mindfulness
  • Talleres de meditación
  • Talleres de crianza y educación para madres y padres

Testimonios

Más libre que nunca – Celia

Comencé a hacer terapia porque un día la vida se tronchó. El junco, que hasta entonces había flexado bastante bien con el viento, se había vuelto rígido y tieso. Una embestida de aire más fuerte de lo habitual lo partió por la mitad: fueron momentos de mucho dolor y mucho miedo. Es pavoroso perder el control y que las emociones te arrollen hasta la discapacidad. Todo eso hace tiempo que quedó atrás. Con la medicación y la terapia, superé una depresión que ahora considero como una de las mejores cosas que me han ocurrido. Con el proceso terapéutico he tomado consciencia de mis necesidades y carencias y he tomado las riendas de mi vida dándole espacio a mis emociones.

Y no lo he hecho sola. Me acompañan mis terapeutas y mis compañeros de grupo, y las personas maravillosas con las que me he ido cruzando en talleres donde todos somos más libres que en ningún lugar para compartir, recibir y regalar lo mas precioso que llevamos con nosotros. Adiós soledad, adiós máscaras; hola comprensión, hola autenticidad.

Entiendo que puede haber mucha gente que desconfíe de la necesidad y la efectividad de acudir a un psicólogo o psicoterapeuta. También están los que creen que deberían poder hacerlo solos como muestra de auto superación. La mayoría de los pacientes que he conocido son, o han sido, los más fuertes de su familia, en los que se han apoyado siempre los demás, los que nunca han necesitado a nadie. Los que nunca lloran en público. Yo fui una de esas. Pero es tremendamente liberador darte cuenta de que sí necesitas que te ayuden. Que te escuchen decir que a ti también te duele, poder sentirte frágil y asustada en un espacio que es absolutamente seguro para ti. Poco a poco sientes que te salen alas en la espalda y que tu cuerpo pesa considerablemente menos que antes.

En poco más de dos años he cambiado mucho de dentro hacia afuera. Ahora no me enfado por tonterías, ahora sé por qué me enfado. Pido lo que necesito haciéndome visible a los demás, y tengo ganas de comerme la vida a mordiscazos. Puedo compartir lo bueno y lo malo con los demás, para que me acepten tal y como soy: una persona fantástica, dicho sea de paso. Pero una de las cosas más maravillosas y poderosas de haber iniciado este proceso es que mis cambios han repercutido en los que me rodean. Te dirán que no puedes cambiar a los demás, pero sí las relaciones que tienes con ellos. Sin embargo a veces es inevitable que tus movimientos provoquen movimientos en los otros. Si tú eres más libre, les haces más libres a ellos. Qué bueno para ti y qué bueno para ellos.

Yo continúo mi precioso proceso, disfrutando del camino por duro que a veces sea tomar consciencia del dolor que arrastro conmigo. Pero nunca me había sentido más viva y plena de energía, con la sensación de que el mejor de mis «yoes» posibles ha estado siempre dentro de mi. Como dijo Miguel Ángel de su Piedad, tallada íntegramente en una enorme pieza de mármol de Carrara: «La escultura ya estaba dentro de la piedra. Yo únicamente he debido eliminar el mármol que le sobraba».

Ahora me encantaría que todas las personas que conozco se regalasen a sí mismas la oportunidad de liberarse de su mochila, de conocerse a sí mismos en un entorno cálido y acogedor. Yo he tenido la suerte de acertar desde el primer intento con mi psicoterapeuta, y no todo el mundo lo consigue a la primera. Todos hemos oído historias de frustración. Pero no puedo terminar esta reflexión sin decir que no he conocido a profesionales más entregados a su trabajo, de cualquier profesión, como los que trabajan en Gaztambide. Están contigo, están para ti. Están conmigo y para mi. Y lo que es maravilloso también es que como personas libres que ellos son ya, son libres para quererte y demonios, yo les quiero un montón.

Imagínate la escena de un papá o una mamá enseñando a su hijo, o a su hija, a montar en bicicleta. Le ha quitado los ruedines y es testigo del pedaleo inseguro y de los giros inestables del manillar. Corre a su lado para evitar o asistir caídas. Al final el niño (o la niña) toma control y estabilidad y pedalea seguro alejándose de su progenitor. Pues ahí lo tienes: te harán vulnerable, andarán a tu lado, te darán la mano para ayudarte a levantar. Y serán felices cuando llegado el momento vayas tan rápido hacia adelante que ya no les necesites más. Aunque eso signifique no verte más. Si eso no es amor, que venga dios y lo vea.

Si me has leído hasta aquí… Anímate a quitarte los ruedines, déjate acompañar y ¡pedalea libre!, no te puedes ni imaginar lo grande que te vas a sentir. 

Mar, 33 años.

Para mí el proceso de terapia ha sido un hermoso viaje de descubrimiento de quién soy yo y de cuál fue mi pasado. Cuando llegué a terapia, estaba agotada de todos los esfuerzos realizados y todas las emociones reprimidas en el desesperado intento de ser quién me habían marcado que debía ser. ¿Quién me lo había marcado? Pues, mis padres, la sociedad, puede que incluso yo misma, desde mi imaginación de niña.

He hecho muchos aprendizajes en terapia: he redescubierto mi pasado, desenterrando recuerdos largamente olvidados y reescribiendo mi historia a mi manera y no como me la habían contado; he vuelto a conectar con mis emociones y sobre todo he experimentado un vínculo sólido y confiable con Carol, mi terapeuta y mis compañeros de grupo. Gracias a ese vínculo he podido adentrarme en lugares que me daban mucho miedo y a los que no me atrevía a ir sola. Y mejor aún, he podido llevar ese apoyo conmigo y usarlo para darme ánimos en los momentos difíciles de la vida real.

Por eso, a mi terapeuta, Carolina y a todos mis compañeros de grupo (a los que no nombro aquí por preservar la confidencialidad) así como a la coterapeuta del grupo, Victoria, quería daros las gracias.

Diego

He sido paciente de Gaztambide 17 durante casi 4 años. En todo este tiempo he vivido tantas cosas, tantos cambios, que no sabría que destacar. Comencé a hacer terapia con José Maroto desde una perspectiva bastante tradicional, muy discursiva si se quiere, y con el tiempo fuimos virando el enfoque hacia aspectos puramente emocionales y espirituales (transpersonales), tanto el como yo. De todo ese camino andado juntos, José ha sido un gran compañero de viaje. No es trivial decir esto. Hacer terapia es descubrirse para acceder a uno, llegar al origen del dolor, atravesarlo y recuperar ese algo innato a todo ser humano, esa especie de «tranquilidad del vivir», para después protegerlo, respetarlo y amarlo. En todo ese tiempo, ya digo, José ha estado a mi lado aceptando mis tiempos y mis incapacidades, acompañándome en silencio, meditando, abrazándome. No es algo rocambolesco el descubrirse uno mismo y, por eso mismo, es lo mas extraño que se pueda experimentar. Pero en este camino de autoconocimiento no solo ha estado José a mi lado. En Gaztambide 17 también he tenido grandes compañeros de viaje como Eva o Marisol. Con ellas he observado otros aspectos, he compartido grupos y he descubierto un mundo hermoso muy cercano a lo materno. Si, la vida es un gran viaje en el que no dejamos de decir hola y adiós continuamente. Lo bueno de aprender a hacerlo es que por el camino se aprender a confiar en lo que no se conoce, es decir, en uno mismo. Y al lograrlo se aprende una nueva palabra: gracias. Sirva esto  como un aviso para navegantes.